domingo, 22 de junio de 2008

Gilda y Mi Papá: Alma de Cumbia



No me arrepiento de este amor
aunque me cueste el corazón
amar es un milagro y yo te ame
como nunca jamás lo imagine

Tiendo a arrancarme de tu piel
de tu recuerdo de tu ayer
yo siento que la vida se nos va
y que el día de hoy no volverá
 

Yo no me he enterado nunca de la muerte de Gilda, creo que recién cuando han muerto los de Néctar he dado con la noticia. Lo que pasa es que en mi casa no había tele ni tampoco empleada farandulera. Y entre mis amigos nadie escuchaba Gilda. Todos preferían a Scatman John (Ski Ba Bop Ba Dop Bop). Para mí, Gilda seguía viva nomás.


Me hace recuerdo a los viajes que hacía de changuito acompañando a mis papás. Viajes por el altiplano donde Gilda era una firme integrante en los cassettes de todos los choferes. Hoy en día está entrando con fuerza la tecnocumbia peruana en los viajes interprovinciales de la zona lacustre. El famoso tik-laka - tik-laka que fue marcado por las Chicas Mañaneras.

Yo siento que en los 90 la cumbia era más noble. Los Brothers por ejemplo siguen en la cumbre de la nobleza por que su música es demasiado triste pero demasiado alegre a la vez. Sus canciones son para bailar las cosas tristes de la vida, para expresarlo con poesía. Ahora abundan grupos como las Chicas Mañaneras, que se olvidan de la tristeza. Hacen cumbia pero tienen alma de regguetón. Alma de perreo.


Mi papá tiene alma de cumbia pero no lo sabe. Mi papá es un aymara que se ha casado con una gringuita, que es mi mamá. Una vez hemos ido a un hotel en los Yungas, mis papás, un rubio primo alemán, una morena prima boliviana, mis hermanos y yo. Bien interétnico. Cuando nos bajamos, llegan unos empleados del hotel para ayudar a llevar las maletas a los cuartos. Mi prima había quedado atrás con algunas cosas. Un empleado se le acerca y le pregunta extrañado:

¿La maleta del chofer también va al cuarto?

Después, cuando mi prima nos cuenta, mi hermana se quería ir del hotel. Yo me quería poner violento. Pero mi papá se reía y le decía “señora” a mi mamá.


Mi papá tenía un zapatero cerca de nuestra casa, en la avenida Ecuador. Le llevaba unos zapatos de mi mamá y le charlaba del clima. Una vez, cuando el zapatero ya había entrado en confianza, le pregunta:

¿Vos trabajas con una gringa nové? ¿Cómo es pues trabajar con gringos?

Mi papá le decía que es bien nomás. La gringa le paga bien, y los hijos de ella son buena gente y lo tratan bien. Años ya estoy ahí, decía. Ya me he acostumbrado.

Después nos contaba y su tono era una mezcla de pena por tener que contar algo doloroso, pero cagándose de risa igual.


Por eso creo que mi papá tendría mucho éxito si incursionaría en la cumbia. Yo le haría el video-clip. Mi papá y el zapatero bajando la Ecuador bailando igualando pasitos.