sábado, 27 de junio de 2009

Otro Tío

Mi amiga Lidia dice que lo ha mirado a su tío cuando ha muerto. La cara blanca, el cuerpo en el ataúd. Ahora dice que ya no puede memorizar las cosas, que es bien olvidadiza. Dice que así ha perdido la cabeza, por mirar al muerto.

Estoy en una flota a Villazón. Cincuenta yendo al sur, envueltos en frazadas Polar. Las maleteras llenas hasta el tope. Mandarinas, wawas, el Cholo Juanito en DVD. Las wawas se callan, el Cholo también. Todos duermen. Despierto por un sonido como de un disparo. Todos gritando ¡Pare, la llanta, la llanta! La flota no para, los gritos más fuertes. Se siente el terror. Finalmente para la flota. Una señora dice, chispas estaban saliendo, pensaba que era la goma. Hace un gesto como de alivio. Salgo a la noche. Las estrellas brillan como nunca. Vuelvo a entrar, la flota parte, me duermo.

Estaba en la esquina de la calle 2 de Obrajes tarde en la noche, esperando un micro al centro. Era junio y cagaba de frío. Llega uno. Subo y el chofer medio que me mira raro. Pago, entro y me guardo mi plata. Veo tres tipos sentados al fondo, los únicos pasajeros. Uno está duro, los otros dos me miran. Yo me hago al gil y me siento adelante. Al rato: Cuatecito, ¿tienes hora? Yo me doy vuelta queriendo decir: No broster, papá, disculpá carnal, cuando los dos ya se han levantado y se sientan, uno a mi lado, otro en el asiento de adelante. Ya no puedo salir. No hermano, nomás llego a decir, deben ser las 11, por ahí. Yaaaaa, ¿las 11? Este cojudo decía deben ser las cuatro de la mañana, así… El otro: Es que estamos chupando desde la tarde, vas a disculpar… ¿Hoy es jueves o martes? así… Yaaaaa. Uno me empieza a hablar que los han botado de San Miguel. Que su sueldo es de 500, pero que se chupa 800. Yaaa. Que se han peleado, que siempre se pelean. El otro dice así es mi vida, chupar, pelear, joder, tirar… Vas a disculpar, me dice. El primero: No te disculpes, ¿por qué te disculpas? Le mete un lapo. Yo: tranquilos pues cuates, no pasa nada. El primero me vuelve a hablar, está lúcido, amenazante. Que dicen que el país ha cambiado, pero sigue la misma mierda. Que jamás va ser la misma cosa para ti y para mí. ¿Estudias por aquí? Si, en la Católica. Ahh. Ahí hay puros hijitos de papá, ¿o no? dice el otro. Ya, a ver, no lo jodas, dice el primero. Yo callado.
Llegamos a la Arce. Por aquí me bajo, digo. Milagrosamente me dan paso. Salgo al pasillo, cuando veo que lo despiertan al yuca y se bajan detrás de mí. La avenida está vacía. El primero me abraza. Huelo su aliento a alcohol. Vamos a tomar unas cervezas, me dice. Así, a lo cuates. Yo, no hermano… tengo que llegar a mi casa… disculpame… El duro se arregla la mano. Tiene los nudillos envueltos en higiénico rosado. Tiene manchas de sangre. El primero ve mi mirada y sonríe. Así somos nosotros. Tú nos ves ahorita, no somos nadie. Puedes mirarnos o no mirarnos. Pero un día voy a ser grande. Todo el mundo va saber de mí. Claro que si, le digo yo. No, de verdad, me dice. Me abraza más fuerte. Yo voy a hacer lo más grande. Me mira fijo. Voy a hacer lo más grande. Voy a matar. Se lleva una mano al bolsillo. Ya me imagino el cuchillo. Sucio. Vuelve a sacar la mano. No tiene nada. Me da la mano para despedirse. Te vas a cuidar, me dice.
En mi casa tomo sopa. Esta fría. Al levantarme veo una mancha de sangre en mi chompa.

Estoy en el Volvo de mis abuelos. Tengo ocho años y estoy amarrado a uno de esos asientos de wawa alemana. Estoy solo en la parte trasera. Adelante dos adultos charlan, se han olvidado de mí. Estamos en un caminito volviendo a Hamburgo, después de andar de paseo por unas lagunas. De la nada empieza a llover. Cada vez más fuerte, ya no escucho la conversación de los adultos. Afuera otros autos cruzan y levantan agua al pasar. Los árboles en el camino se mueven por el ventarrón. Veo las gotas que chorrean por las ventanas, los limpiaparabrisas bailando como locos. Nunca más me he vuelto a sentir tan feliz en mi vida. He sentido al mundo.
Llegamos a la cuidad, ya ha parado de llover. Me liberan del asiento y entro a la casa.

No me voy a olvidar.

lunes, 14 de julio de 2008

Mi Tío Gato

Aver, dime la verdad, en serio estás hablando? en serio crees que me voy a usar la plata del teléfono?

aver dime..

Ahh..ya, ya me estaba extrañando lo poco que confías en tu marido.


Muchas puertas abre esa plata en la vida.
Depende creo de cada uno qué hacer con ser el más mañudo.
Yo me compraba cds con la mensualidad de la góndola.
Mi tío gato demasiado se iría corriendo a tomar la movilidad que va a la 16 de julio para comprarse algún juguete de maderas ensambladas con relojería, o alguna estatuilla con un sistema de imanes que la hace dar volteretes.

Peor
Volvería con la compra y, en las narices de mi tía, se sentaría a descifrar su nueva baratija....
Y atrás, así como medio rascándose, un LP de zambas que la otra imposible sospecha que es nuevo.
Uno de los nuevos
Regados como barajas y barajas, bien exagerado, en la mesa del comedor
Tantos tiene y no sabe ella que están existiendo ahí en algún estante con discos.
(Cuánto se habrá traumado con la muerte de los tucu tucu...)

Y encima del tesoro, los pedazos de un equilibrista de venesta.


Demasiado podría escribir sobre mi tío gato.
Podría irme hacia el otro extremo y decirle tío Garfield.
Agachado sobre su Lasagna...
Pero no es lasaña, es picana con carne que se deshace en la lengua y un caldo que es también puré de zanahoria.

No sé....


Por eso no me gusta Harry Potter...


No sé, me he acordado de un poema de un gran poeta maldito cochabambino


Osvald(it)o Saavedra



CVII

Sus tíos.

O sea qué pedo ser hermano de mi papá

Aquel rostro de matemática polaca de la nueva tía.

Los saludos del esposo de la hermana de mi mamá


La casa


El cuarto de la empleada de la prima de mi mamá

Alguna parte del cuerpo que no sé cuál será

O cartones y un ratón

O sea ese olor

Qué será



domingo, 22 de junio de 2008

Gilda y Mi Papá: Alma de Cumbia



No me arrepiento de este amor
aunque me cueste el corazón
amar es un milagro y yo te ame
como nunca jamás lo imagine

Tiendo a arrancarme de tu piel
de tu recuerdo de tu ayer
yo siento que la vida se nos va
y que el día de hoy no volverá
 

Yo no me he enterado nunca de la muerte de Gilda, creo que recién cuando han muerto los de Néctar he dado con la noticia. Lo que pasa es que en mi casa no había tele ni tampoco empleada farandulera. Y entre mis amigos nadie escuchaba Gilda. Todos preferían a Scatman John (Ski Ba Bop Ba Dop Bop). Para mí, Gilda seguía viva nomás.


Me hace recuerdo a los viajes que hacía de changuito acompañando a mis papás. Viajes por el altiplano donde Gilda era una firme integrante en los cassettes de todos los choferes. Hoy en día está entrando con fuerza la tecnocumbia peruana en los viajes interprovinciales de la zona lacustre. El famoso tik-laka - tik-laka que fue marcado por las Chicas Mañaneras.

Yo siento que en los 90 la cumbia era más noble. Los Brothers por ejemplo siguen en la cumbre de la nobleza por que su música es demasiado triste pero demasiado alegre a la vez. Sus canciones son para bailar las cosas tristes de la vida, para expresarlo con poesía. Ahora abundan grupos como las Chicas Mañaneras, que se olvidan de la tristeza. Hacen cumbia pero tienen alma de regguetón. Alma de perreo.


Mi papá tiene alma de cumbia pero no lo sabe. Mi papá es un aymara que se ha casado con una gringuita, que es mi mamá. Una vez hemos ido a un hotel en los Yungas, mis papás, un rubio primo alemán, una morena prima boliviana, mis hermanos y yo. Bien interétnico. Cuando nos bajamos, llegan unos empleados del hotel para ayudar a llevar las maletas a los cuartos. Mi prima había quedado atrás con algunas cosas. Un empleado se le acerca y le pregunta extrañado:

¿La maleta del chofer también va al cuarto?

Después, cuando mi prima nos cuenta, mi hermana se quería ir del hotel. Yo me quería poner violento. Pero mi papá se reía y le decía “señora” a mi mamá.


Mi papá tenía un zapatero cerca de nuestra casa, en la avenida Ecuador. Le llevaba unos zapatos de mi mamá y le charlaba del clima. Una vez, cuando el zapatero ya había entrado en confianza, le pregunta:

¿Vos trabajas con una gringa nové? ¿Cómo es pues trabajar con gringos?

Mi papá le decía que es bien nomás. La gringa le paga bien, y los hijos de ella son buena gente y lo tratan bien. Años ya estoy ahí, decía. Ya me he acostumbrado.

Después nos contaba y su tono era una mezcla de pena por tener que contar algo doloroso, pero cagándose de risa igual.


Por eso creo que mi papá tendría mucho éxito si incursionaría en la cumbia. Yo le haría el video-clip. Mi papá y el zapatero bajando la Ecuador bailando igualando pasitos.




viernes, 23 de mayo de 2008

.Taquilleros ahora y siempre...Con Cariño.

¿Si te preguntaran qué trágica calcinación de famoso(s) te ha afectado más en la vida
1) Gilda
2) Aaliyah
3) Nectar
4) No sabe, no responde

cuál eliges?

Yo me voy por la tres.


¿Quién habrá sido Aaliyah?
Gilda sí, pero más porque daba un poco de maliciosa pena verla a la empleada con los ojos llorosos, bien orgullosa de ser la primera en contarme la noticia, como si todos hubiésemos estado viviendo en el mismo mundo que siente una inmensa admiración por la llegada a la cúspide de un grupo de cumbia.
Me refiero al orgullo de la cara del que te ha contado el 9/11.
Sólo que con Gilda.
-¿Cuál es pues "Gilda" Marta?

-Cómo no vas a conocer...
(y no estoy seguro, pero creo que me lo ha cantado desafinado una parte de una canción)


Néctar sí me ha afectado.
Ya debe ser un año. Un poco más.
Conocer conocer tampoco es que conozca. Pero sí hay una forma de tocar que ha logrado que se me queden.
En primer lugar quiero recalcar que prefiero mil veces la cumbia al rock nacional.
El rock nacional es una extraña mezcla de joven que por tener su instrumento es músico, y teórico que por aplicar las enseñanzas de algún libro de armonía se cree un astro en medio de lo que él ve como un pantonoso cielo de estupidez (no me refiero a ningún rockstar en particular).
O sino es música que por tratar de hacer parecer que encajaría en la tele gusta.

La cumbia andina es una masa viva con olor a meo, con textura de barro y cloaca. La cumbia es suelas de zapato melosas por tanta cerveza que se le ha ofrendado a la tierra. No es que sea un apologista de la llajua o de la suciedad, lo único es que es tan grande el movimiento, que empezar a imaginarse una historia de la cumbia boliviana da miedo, a diferencia de las famosas "historia del rock nacional" o peor aún "historia del jazz en Bolivia" para cuya realización son necesarias unas tres semanas de visitas a vejetes medio rojos con chamarra de cuero y nostalgias motoqueras y cadenescas.
Algo de tufo también seguro.
(no lo dejen ahí estático el video, en serio vean mierda...no, no lo vean, o sea carguen y escuchen nomás...minimizando u ocultándolo detrás de las pestañas del firefox...la imagen puede ser para luego)






Lo que me gusta de lo que se está moviendo es que las influencias de otros géneros son, seguro, inconscientes pero obvias. No sé si he escuchado de manera más clara la forma en la que grupos tipo "Las solteritas del Perú" se han metido en la idea de música que tienen otros.
O tal vez haya una misma raíz o algo...
Mi relación con la música peruana es de cevichería, no, no tan exagerado pero sí, y a pesar de todo es bien fácil reconocer algo que, si hubiera seguido estudiando música, seguramente podría decir un poco mejor, más como agarrandolo con elaboradísimas pinzas para escoger hidras -aunque también estoy bien orgulloso de no poder hacerlo, la idea de herramienta que manejan los teóricos y académicos no podría parecerse más a 2001-


Bueno.
Ese timbre medio agudo y femenil que no llega a ser gay es lo que me preocupa.
Ese ñiñiñiñi que no es de potosina.

(me olvidaba, pegar lo tradicional como algo paralelo a las guitarras eléctricas y a los teclados, eso que ha hecho octavia (o infames jazzeros) sin dejarse culear, tampoco es algo por lo que me muera, claro.. qué me será después)

Vuelvo a los ñiñiñiñis mestizos.
Que en la música peruviana están ahí siempre, desde las solteritas del Perú hasta Néctar: en sus guitarritas, en sus teclados, en esa vocesita delgadita y ronca.
Y por eso siempre me ha gustado secretamente, por ese aire tan inocentón, mmmmm, infantil...tan de enano o monito bailarín...o no sé, solamente eso, tan eso precisamente.
Eso que da placer porque medio que toca.
Ese sabor que no tiene nada que ver con un néctar..o mejor dicho, sí...
Tanta dulzura en medio de un género que no me gustaría si no....
Cómo puedo decir si ahí está el video que es mil veces más elocuente.



Y las letras vuelven a dar esa sensación, de otra manera, pero esa misma:

La última noche pasaré contigo
Y será el final
Pero si prometes que vas a cambiar
Te perdonaré


¿Es necesario decir algo?


Es que es bien jodido.
No sé, en serio me afecta demasiado y medio que quisiera llorar como fan de Heath Ledger.
Me está afectando ahorita.

Y suena

A mi chica no le gusta el caramelo
A mi chica no le gusta el caramelo
Porque le gusto yo..


Necesito hacerlo cómico, los muertos que he visto no me han traumado.
Los muertos que he visto me han llenado y me han hecho querer reírme un poco.
Y estos muertos que no son ni caramelo ni néctar, quiénes habrán sido.
Igual.
Calcinado suena a tragedia.
Minibús en llamas, cuerpos achicharrados.

Busco una chica cómo tú
Para bailar la cumbia así así

Y aquí solamente hay un joven osezno intentando un poco acordarse.
Con la esperanza de que lo carbonizado sea mucho menos.
No esperanza....
Sé que es mucho menos.
Es que no puedo imaginarme cómo.
Ay, es que bien harto me gusta el caramelo.







martes, 20 de mayo de 2008

La frontera

Son las 5 de la mañana en la Terminal de La Paz.
Yo llevo un lluch’u contra el frío, y una chamarra de bayeta. En realidad, yo estoy vestido como para que todo el mundo me reconozca como boliviano. Y en todo el mundo yo pasaría como boliviano, menos en Bolivia. En Bolivia parezco turista.
El chofer es un macizo mestizo con cara de oriundo. Oriundo de la Max Paredes. Yo subo a la flota, él me mira mientras sorbe de su taza de café.
¿Tení lo papeleh?
¿Qué papeles?, le digo.
El oriundo me mira perplejo.
¿Tu no erí shileno?
No pues cojudo de mierda, le quiero decir. ¿Acaso no ves mi atuendo? Yaaa.
No, le digo. Yo soy boliviano. Y mi cara se ilumina cual flameante tricolor.
El interés del oriundo se fue. Vuelve al café.
Ah ya, siéntate po.

En Chungará nuestra flota está parada en una larga fila. Mientras el control todavía no nos toque a nosotros, nuestro chofer se baja para charlar con otros choferes. Parecen hacer concurso de quién habla más chileno. Nuestro oriundo sale invicto y además les quiere hacer un favor especial a los carabineros y cierra la puerta de la flota con llave. Una niña chiquita no se puede aguantar y se hace caca. Su mamá se pone roja de vergüenza y le grita. Hace mucho calor en la flota. El calor se mezcla con los gritos de la madre y el olor a la caca de la wawa. Los demás pasajeros la riñen a la mamá por haber tratado mal a su hija y a una segunda niña la caca la pone mal. Mientras los adultos a su alrededor siguen riñendo a la mamá gritona, la niña vomita en silencio.
Finalmente nos abren la puerta. Uno por uno, los bolitas debemos bajar, sacar nuestras maletas del compartimiento y pasarlas por máquinas de Rayos X. A nuestro lado están parados los uniformados con sus perros. Mayormente no encuentran nada, pero hoy tienen suerte y nos decomisan un picante mixto. Se frotan las manos.